domingo, 28 de mayo de 2017

CRÍTICA BREVE: "EL CASO SLOANE"





Washington es la capital política del mundo occidental nacido tras la Segunda Guerra Mundial, y sus sombas y sus luces, las tramas que parece esconder en cada una de sus calles y bajo las sombras de sus colosales edificios de política imperial moderna, resultan siempre fascinantes y atrayentes. Al igual que ocurre en la serie "House of Cards", en "El Caso Sloane" se siente esa elegancia nocturna, azulada, y siempre de traje a medida que envuelve el cinismo, el chantaje, la falta de escrúpulos que corre a sus anchas por las grandes avenidas en torno al Capitolio, y a los pocos hombres justos que tratan de evitar que los lob(b)os se coman a esa pobre oveja que llaman democracia.

"El Caso Sloane" nos cuenta, a través de una insomne adicta a su poco ético trabajo como lobbista en una reputada firma encargada de alterar resultados electorales de forma "legal" para el mejor postor ( el senador o congresista ávido de poder de turno), la miseria del sistema político estadounidense, y la red de mentiras y trampas y rincones oscuros que se encuentran tras cada decisión parlamentaria, tras cada votación aparente y democráticamente modélica.

La cinta está organizada como si se tratara de una partida de ajedrez entre los poderes del lobby y sus beneficiarios, y todo bajo el comportamiento extravagante y robótico de su protagonista, interpretada por una colosal Jessica Chantain. Y como todo juego complejo y lleno de estrategias ocultas y jugadas a varios turnos, "El caso Sloane" hace que te pierdas y que incluso te preguntes si su larga duración merecerá la pena al final.

Termina la cinta y crees que ha merecido la pena, no te esperabas la jugada final. El jaque mate. Pero tampoco estás seguro que de no pudiera haberse ejecutado con media hora menos de metraje.

martes, 2 de mayo de 2017

CRÍTICA BREVE: GUARDIANES DE LA GALAXIA VOL. 2




El inicio es estupendo. A toda la sala se le cae la baba viendo al pequeño Groot bailando al son de la música del cassette que sus compañeros de aventuras escuchan mientras aniquilan a una terrible criatura espacial. Pero la escena se hace demasiado larga, y como una anunciación, desvela el tono desmedido que seguirá toda la cinta en su obsesión con la música y las carcajadas de sus personajes.

La fórmula que brilló en la primera entrega aquí se satura, se mete por embudo y se siente innecesaria y empalagosa con el paso de los minutos. James Gunn olvida que está contando una historia que pide épica y enlaces con el resto del Universo Marvel, para decantarse por un guión flojo en una historia que desvela el origen misterioso del padre de Starlord, y que descubres enseguida que ni te va ni te viene. Que su padre podría ser ese o cualquiera, y que de ser otro, seguro hubiera resultado más interesante y creíble.

El trasfondo de los personajes se presenta simplón, y la forma de narrarlo con ese tono tan infantil y anglosajón con que a veces se las gasta el cine norteamericano.

El humor constante y fuera de lugar te saca de la película y la historia una y otra vez, y tu esperanza de ver algo realmente épico o fascinante desaparece: sólo esperas con una sonrisa a medio hacer, tonta e incrédula a partes iguales, el siguiente chascarrillo o chiste fácil, infantilón y en determinados momentos ridículo que soltarán todos estos Guardianes de la Comedia en el momento más inoportuno y previsible.

Especialmente destacable me parecen las bochornosas, continuas y falsas carcajadas de Drax el Destructor, que hacen que este personaje pétreo, insensible y que se nos presentaba en ocasiones tierno, se convierta en un espectador de comedia de verano de todo lo que acontece.

La banda sonora se come la historia, el humor la saca de contexto hasta hacerla esperpéntica y sin rumbo, y acabas levantándote de tu butaca -tras las cuatro escenas postcréditos más prescindibles con diferencia de todo el UCM- deseando volver a ver a Stark y al Capi en acción.