martes, 19 de diciembre de 2017

CRÍTICA BREVE: COMANCHERÍA




Comanchería es salvaje oeste, road movie, atracos a mano armada en los desiertos de Texas, entre sombreros de cowboy, paletos, armas, camionetas americanas, un sheriff curtido y un indio medio mejicano.

Dos hermanos, uno recién salido de la cárcel, el otro un pobre joven víctima de los tiempos, se lanzan al asalto de pequeños bancos de la zona en la que viven, una de esas regiones de carreteras infinitas y pueblos polvorientos, arenosos, cálidos y naranjas, bañados por el sol de Bonanza, en busca de justicia y desdicha.

Jeff Bridge encarna a la perfección a ese jefe de policía que bien encajaría en esta cinta, desarrollada en la actualidad, como lo haría sin apenas cambios de vestuario y menos de maneras en una película del lejano oeste. Junto a su ayudante medio comanche medio hispano -una de esas figuras maltratadas por ese mundo de blancos republicanos de ferviente religiosidad y amor a las armas- tratará de dar caza a esos chicos que atemorizan a plena luz del día, justo antes del desayuno de huevos y beicon, a los pobres regentes de oficia bancaria de la zona.

La música, las carreteras, el tono de drama ligero, casi de burlón reflejo de lo que aquella tierra fue en tiempos del Comanche y del arrogante e ignorante colono norteamericano, y la interpretación de sus cuatro protagonistas, hacen de Comanchería un agradable descubrimiento.

Una tranquila, veraz, y directa forma de conectar con la profundidad primitiva de los Estados Unidos y de sus gentes y costumbres más allá de los rascacielos.

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